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Necesitamos visionarios
04 Abril 2011

Necesitamos visionarios

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    Hables con quien hables, nadie está dispuesto a comprar un coche eléctrico mañana mismo o cambiar su automóvil habitual por uno que funciona con corriente. No queda nada claro hasta donde se llega con el coche, dónde, cómo y cuando se recarga, y cuanto cuesta realmente. Lo primero que no se debería hacer es intentar vendernos coches eléctricos, y aumentar al mismo tiempo el precio de la energía, pregonando que habrá subidas continuas en los próximos meses. ¿Y para eso me compro un coche eléctrico? Me quieren convencer que me conviene enganchar aún más productos a la red a pesar de que ya me ha subido la factura de la luz al triple. De acuerdo, recargar un coche eléctrico puede ser mucho más económico que llenar el depósito de gasolina.

    Pero aún faltan pruebas y sobre todo un montón de informaciones, falta demostrar cual es la autonomía real de cada vehículo, no nos podemos basar solo en cifras facilitadas por los fabricantes. En Suiza se llevan años realizando pruebas exhaustivas con coches eléctricos, y una de ellas consiste en conducir hasta que el coche quede parado por falta de energía. Las experiencias son muy variopintas, algunos aguantan más de lo que dice el fabricante, otros mucho menos. Los mandos electrónicos de abordo no aciertan casi nunca, algunos avisan hasta 50 kilómetros antes de que ya no queda fuerza.

    También hay grandes diferencias según las temperaturas ambientales, si se utiliza la calefacción o el limpiaparabrisas, si se bajan las ventanas, si se arranca con temperaturas bajo cero, etc., la realidad es que se trata de una tecnología muy sensible.

    Lo que necesitamos son grandes visionarios, que abran nuestra mente hacía nuevos conceptos, posibilidades y oportunidades. Y no aguafiestas, que hay tantos, que nos prohíben y limitan todo. Vivir y dejar vivir es un lema más importante que nunca. Uno de estos visionarios es el alemán Peter Maskus, ingeniero, economista y experto en biónica (soluciones biológicas a la técnica), que propone su vehículo Acabion no sólo como un automóvil para mañana, sino como todo un sistema de transporte. Parece más a un avión supersónico que a aun automóvil, con sus dos asientos en tándem, pero tiene soluciones geniales, y de esto se trata. Dice Maskus que si se compara el diseño de un carruaje de 1850 con él de un todo terreno moderno podemos ver que no hemos avanzado nada, la estructura básica, el pensamiento original, todo es lo mismo. Es este concepto que ya no tiene futuro, tras 150 años de validez. No podemos enfrentarnos a que mueren anualmente 1,2 millones de personas en las carreteras conduciendo automóviles que apenas han avanzado desde hace 150 años. Son más rápidos, y más seguros, pero una cosa anula a la otra, y estamos en el mismo punto de salida. El Acabion utiliza una forma biónica – parecida a la de un delfín – que permite crear varios tipos de vehículos, que tengan un coeficiente de resistencia al aire mínimo, un peso muy reducido, y, por lo tanto, una eficiencia enorme con un consumo reducidísimo. O sea, en su versión con motor de moto - se habla de 350 CV y hasta 400 km/h de velocidad -, el vehículo consume menos de dos litros, y en su versión eléctrica, con semejantes prestaciones, 2 kw/h en comparación de los 12 kW/h de un coche eléctrico convencional. De esta manera puede realizar 1000 kilómetros sin necesidad de recargar. Estas ya son palabras mayores. Aún no funcionan todas estas visiones, lo que es normal, ya que las visiones primeramente tienen que buscarse un lugar en el pensamiento, e ir perfeccionándose con el tiempo.

    Lo que más hace falta son mentes que no se limitan a prohibir y poner pegas porque no se les encaja una idea en sus conceptos habituales, lo que se necesita son mentes abiertas que dejan hacer. Si no, no avanzaremos nunca.

    También Nicolás Hayek, que falleció a los 82 años de edad el pasado 28 de junio, fue un visionario. De padre americano, madre libanesa, y nacionalizado suizo, este hombre de negocio está considerado como el salvador de la industria relojera suiza, porqué tuvo una visión: el reloj Swatch, que tanta fama ha obtenido en los últimos años. El Grupo Swatch es hoy día el número uno mundial en relojería. Hayek hizo mucho más: él tuvo en los años 90 la visión del Swatchmobile, un coche pequeño de ciudad que no contaminaría – y de allí surgió el Smart, desde el principio pensado para llevar un motor eléctrico. El mismo día de la inauguración de la planta de producción en Hambach/Francia, Hayek presentó una versión eléctrica del Smart; pero los de Mercedes iban por otros caminos…. para volver a los orígenes de la idea ahora en 2010.

    Hayek en sus últimos años presidía una empresa encargada a resolver los problemas de la producción del hidrógeno y su uso en el automóvil. ¿Su última visión? No olvidemos que todo lo que ha tocado este hombre lo ha transformado en algo muy útil y… en un negocio. Tomaremos nota. Y deseamos que muchos de nosotros tengamos visiones del futuro y que las persiguiéremos, con todas nuestras fuerzas, porque si quedamos como estamos, mal vamos.
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