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El primer Porsche híbrido
08 Abril 2012

El primer Porsche híbrido

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La historia de la primera marca austriaca de automóviles, Lohner, está estrechamente vinculada con el primer gran desarrollo tecnológico de Ferdinand Porsche, quien inventó, a la temprana edad de 22 años, la más avanzada tecnología del automóvil eléctrico e híbrido, parámetros aún válidos hoy día.

Jakob Lohner, al no conseguir la licencia de producción de un motor de “bencina”, optó por preparar su primer vehículo eléctrico con motor procedente de Belá Egger & Co de Viena (el antecedente de la conocida Brown Boveri). El día de la prueba de su nuevo automóvil, Lohner fue acompañado por un joven empleado de Belá Egger, un tal Ferdinand Porsche, un electrotécnico encargado de vigilar las prestaciones del motor, ya que fue la primera vez que la compañía suministraba un motor para un automóvil. Tras algunos problemas iniciales, Porsche logró un buen funcionamiento… y un feliz cliente.

Ferdinand Porsche, que había estudiado electrotécnica y que entró en la empresa Belá Egger como personal en prácticas, observó con interés los desarrollos de los vehículos eléctricos, pero se dio cuenta de lo imperfecto que fueron estos motores no desarrollados para su uso en automóviles. Porsche dibujó un propulsor especial instalado en el buje de la rueda, más pequeño y menos pesado, donde podía propulsar el vehículo directamente. Lohner se interesó por estos dibujos y encargó a Porsche realizar esta idea. Con ello empezó la carrera de Porsche en el campo de los vehículos eléctricos. El primer automóvil con estas características fue expuesto en la exposición mundial de París en 1900, como único representante de Austria, admirado y estudiado por numerosos técnicos de todo el mundo, y además ganó la medalla de oro.

Al joven Porsche le gustaban las carreras, por esta razón preparó sus automóviles eléctricos con dos velocidades, la primera apta para los 16 km/h, y la segunda hasta los 35 km/h. Insatisfecho con este resultado, aumentó el tamaño de las baterías y retocó la carrocería para lograr una menor resistencia al viento, y por fin pudo alcanzó los 60 km/h. Ni Lohner ni Porsche se quedaron completamente satisfechos con estos automóviles eléctricos, a pesar de venderse bastante bien, ya que tanto su peso como su precio, debido a la complicado tecnología, eran bastante mayores que los de los vehículos con motor de bencina, sobre todo también por las baterías.

Entonces Porsche se preguntó, ¿por qué llevar pesadas baterías cuando un motor convencional también puede suministrar la energía a los motores eléctricos? Ya en 1900 Porsche instaló en uno de los automóviles Lohner un motor de gasolina que producía la energía para los motores eléctricos ubicados en los bujes de las ruedas, prescindiendo de los pesados acumuladores. El prototipo mixto de Lohner-Porsche llevaba dos motores DeDion-Bouton de 3,5 CV cada uno que movían dos generadores de 1.800 vatios, que a su vez abastecían a dos motores eléctricos de 2,5 CV. De esta manera quedaban resueltos el arranque, la transmisión y la autonomía.

En 1901 se empezó con la producción de una pequeña serie de estos modelos. Las primeras cinco unidades fueron equipadas con motores Mercedes y vendidas al millonario austriaco Emil Jellinek, el mismo que había sugerido el nombre de su hija “Mercedes” a los automóviles de la marca Daimler. Los modelos funcionaron satisfactoriamente y alcanzaron velocidades de más de 90 km/h, pudiendo subir pendientes de más de un 20 por ciento. Los motores de gasolina siempre funcionaron en revoluciones constantes, lo que ayudaba a un bajo consumo, mientras que las velocidades eran manejadas con el controller, un regulador de la potencia eléctrica mediantes imanes que se desplazaban, lo que cambiaba la intensidad eléctrica. En 1906 Porsche y Lohner formaron junto con Emil Jellinek la “Société Mercedes Electrique” con sede en París, pero esta es otra historia que contaremos en otra ocasión…

Fotos: Copyright by Porsche y Lohner, Archivo Manz
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