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El visitante: Büssing - La Edad no cuenta
02 Enero 2021

El visitante: Büssing - La Edad no cuenta

Lo más fascinante del antiguo fabricante de camiones y autobuses Büssing, cuyo símbolo, el león, sobrevive en los vehículos MAN, es sin duda el alma que había detrás de esta gran empresa, Heinrich Büssing. Este hombre, como nadie, ha podido demostrar que no existe edad para realizar lo que uno se propone, que nunca es tarde. Es aún hoy uno de los grandes ejemplos de que la sociedad actual con su concepto de prejubilaciones no tiene mucha base, y al mismo tiempo un enorme ejemplo de que el ser humano no envejece si aún tiene propósitos en la vida. Esta historia es además un homenaje a todas las personas que aún a cierta edad han hecho o están haciendo grandes cosas y no temen realizar sus sueños, da lo mismo los años que tengan. ¡Heinrich Büssing montó su propia fábrica de vehículos industriales a la edad de 60 años en 1903!

Trasládense a mediados del siglo xix. Heinrich Büssing nació en 1843, una época en la que la esperanza de vida rondaba los 40 años, en la que a partir de los treinta y tantos el hombre era considerado como bastante mayor. Pero igual que hoy día, entonces había personas que no cumplían con las estadísticas, que hacían todo al revés y que dejaban claro que las estadísticas no son del todo fiables, porque siempre hay más de uno que no cumple con lo establecido. Heinrich Büssing nació en una cerrajería de pueblo, y como era costumbre en aquellos años, aprendió de joven el oficio de su padre ayudándole en sus labores como podía. Recién cumplidos los 18 años recibió su certificado de haber concluido el aprendizaje, y, como era costumbre, decidió recorrer mundo para ir a perfeccionar lo que había aprendido. En aquellos años todavía necesitaba un libro de “camino”, firmado de manera oficial, que le permitía frente a cualquier administración civil y militar la libre circulación por donde quisiese, siempre y cuando cumpliese las normas mínimas exigidas. Y nuestro protagonista recorría Alemania y Suiza, trabajando por allí y por allá, buscando nuevos desafíos, pero sobre todo aclarándose la mente para saber lo que quería. Hizo lo que hoy se suele llamar año sabático, que ayuda a saber hacia dónde dirigir uno su vida.

Büssing volvió en 1862 a su casa natal y empezó a cursar estudios de matemáticas, física y mecánica bajo complicadas condiciones, ya que su padre le apoyaba, pero no podía pagarle todos los estudios. En 1866 recibió el título de constructor, el primer paso de su sueño fue logrado tras bastantes años de cierta penuria y sobre todo muchos esfuerzos. Empezó a trabajar en una pequeña fábrica en Braunschweig, y ya comenzó a desarrollar sus propios inventos. En 1868 llegaron los primeros velocípedos a la ciudad, un invento que fascinaba a Büssing, y no tardó en desarrollar su propia bicicleta, equipada con ruedas de madera con capa de hierro. Esta bicicleta sirvió para aprender su manejo, y una vez logrado no dudó en montar su propia empresa de velocípedos. Para atraer más público hacia este nuevo invento, creó su propio tiovivo con bicicletas en el que la gente podía montar y pedalear.



Pronto construyó un triciclo a pedales. Pero lo que cambió de nuevo su destino fue un encargo de la administración de ferrocarriles de Braunschweig, que buscaba a alguien que pudiese instalar los puestos de mandos en las tradicionales casetas de maniobras ferroviarias, comprados en Inglaterra con el fin de modernizar el sistema ferroviario, pero nadie se atrevía a ponerlos en funcionamiento. El pequeño taller de Büssing decidió aceptar este gran desafío. No sólo montó todos los sistemas con plena satisfacción, sino que dándose cuenta de que estos mandos eran muy caros debido a los elevados costes de transporte desde Inglaterra, decidió fabricarlos íntegramente en Braunschweig. A través de un anuncio buscó un capitalista que quisiese invertir en la empresa y fundó la Eisenbahn-Signal-Bauanstalt en 1871. En los años venideros se dedicó con mucho entusiasmo a este nuevo trabajo, patentó una idea tras otra y consiguió que la pequeña empresa tuviera que buscar constantemente nuevas instalaciones porque no cesaba de crecer. Sus nuevos inventos eran dirigidos a la seguridad del tráfico ferroviario y patentó algunos sistemas de relevancia mundial.

En 1900 nuestro protagonista se compró el primer automóvil, un automóvil que había visto en una exposición en Dresde y en el cual viajó desde aquella ciudad hasta su natal Braunschweig. Este viaje le dio el impulso de empezar a crear sus propios vehículos. En 1902 experimentó con una trasmisión por correas. Éstas tenían la misma longitud con las poleas variando su diámetro. Para demostrar el funcionamiento de este sistema creó su propio bastidor “el gato gris”. Pero el resultado no le convenció, prefería la transmisión mediante cadena. Aprendida la lección Heinrich Büssing desarrolló su propio camión en 1902, con motor de dos cilindros y 9 CV de potencia, al que llevó “de pruebas” durante todo un año antes de ofrecerlo al público un año después. No quería ningún fracaso desde el principio. Y lo logró. Un año más tarde hizo lo mismo con el primer autobús; Büssing instaló su propia línea regular entre Braunschweig y Wendeburg, logrando demostrar una puntualidad y eficacia en su perfecto servicio. Sólo tras esta demostración bajo su propio coste, decidió vender estos autobuses.

Fue en el año 1903 cuando Büssing montó su propia empresa ¡con 60 años cumplidos! Era más eficiente que nunca, exigente consigo mismo, y no dejó nada al azar. Todo tenía que funcionar a la perfección. La madurez de las soluciones técnicas, el impecable acabado de los modelos y los excelentes resultados que dieron los vehículos Büssing desde el primer momento no dejaron de llamar la atención. De inmediato le vinieron los primeros grandes pedidos, incluso del extranjero. El proveedor de las compañías londinenses de autobuses, la empresa Straker & Squire, llegó a encargar a Büssing un total de 400 bastidores para montar in situ autobuses de dos pisos.



Büssing continuó con sus importantes mejoras. Con 66 años recibió el honoris causa por sus continuas mejoras de los vehículos industriales. Se dedicó también al desarrollo de mejores neumáticos con gran afán, realizando las primeras pruebas con “Pneumatiks” (neumáticos de aire) en camiones pesados en 1906. También realizó pruebas con neumáticos de diferente tipo de muelles entre la rueda exterior e interior, por falta de una materia prima no siempre disponible, y mantuvo en el cajón de los inventos neumáticos de cartón y tacos de madera. Más tarde vemos a nuestro protagonista aumentar la carga útil de sus camiones para adaptarlos a las normas de los vagones de trenes, hechas para 10 toneladas. Esta cifra se conseguía reforzando los bastidores y, al mismo tiempo, creando camiones con remolques. En 1908 Büssing fue elegido como una de las cuatro empresas suministradoras de vehículos industriales subvencionados por el Ministerio de Guerra de Prusia.

La fuerza creadora de Heinrich Büssing no tenía límites en aquellos años más fructíferos. Ya en 1908 presentó su primer camión con transmisión cardán reemplazando las cadenas, todavía prototipo. La entrada en serie de este sistema se retrasó aún bastante hasta después de la primera guerra mundial. Y otra de sus grandes ideas era crear su propia compañía de transportes para realizar entregas en todo el territorio nacional, la cual lógicamente estaba formada en su totalidad por modelos Büssing. El resultado fue tal que no podía abastecer sus propias necesidades de lo bien que marchaba esta empresa. Por esta razón dio licencias de producción a la empresa de vagones Rathgeber con sede cerca de Munich, a Fross en Austria y a Ganz en Hungría, mientras que las dos extranjeras se encargaron de sus respetivos mercados, Rathgeber ayudaba a cumplir con todos los pedidos nacionales e internacionales. Además, Büssing mantenía representaciones de sus productos en Rusia, Italia, Escandinavia y los Estados Unidos principalmente, ampliando esta red constantemente, con lo que logró que sus camiones fuesen vendidos en el mundo entero.



¡Vaya capacidad de creación y de inventos para un hombre entre los 60 y 70 años de edad, y además en aquella época! Quien diga que a estas edades uno ya no sirve para las empresas, que tome referencia en la historia. También es cierto que Büssing se rodeó de sus hijos Ernst y Max, que desde el principio ayudaron a su padre, lo que también propicia preguntare ¿y por qué no trabajar con sus hijos en una empresa familiar? Büssing demostró ya en aquel entonces que esto es totalmente factible.

Ya antes de la primera guerra mundial Büssing también desarrollaba camiones con tracción a las cuatro ruedas, aptos más tarde para las labores en la guerra, tractoras de artillería y diferentes vehículos especiales, que, tras haber demostrado su eficiencia en la guerra, sirvieron para crear su propio sector dentro de los productos Büssing, con, como era de esperar, mucho éxito de venta. Parece ser que casi todo que tocó aquel hombre en aquellos años se transformó en algo sumamente útil… y podemos adelantar en esta historia que Büssing vivió hasta cumplir los 88 años, abandonando su cuerpo finalmente “con las botas puestas”, como se dice hoy día, es decir, trabajando hasta el final.

                                                                   Continuará…

Fotos: Archivo Manz
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