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Peel P50
04 Marzo 2012
Un propietario de dos de los pocos supervivientes del coche más pequeño del mundo se propone seriamente dejar revivir este microcoche, pero esta vez con motor eléctrico, lo que no es una idea tan descabellada.

La historia de este singular automóvil, fabricado en la pequeña Isla de Man, conocida por sus carreras de motos denominadas Tourist Trophy, es tan interesante como podrá ser su nuevo futuro. La empresa Peel Engineering Co ya se había hecho un renombre en la producción de piezas de resinas artificiales reforzadas, como por ejemplo las cáscaras para barcos y pequeños yates, cuando propuso su primer triciclo denominado Manxman en 1955, que sólo quedó en prototipo. En 1962 se presentó el P50 monoplaza, de una sola pieza de este material plástico y un faro en la parte central,  que sólo mide 132 cm de largo, lo que daba un espacio bastante reducido para una sola persona. No fue más que un sillón sobre ruedas, pero con sus 60 kg tan ligero, que se prescindía de una marcha atrás, a cambio de ofrecer un pequeño manillar en la parte trasera para levantar el automóvil y girarlo.
 
El prototipo aún tenía una rueda delantera y dos por detrás, pero resultaba casi imposible de manejar, por lo que los ingenieros optaron por cambiar el sistema y poner dos ruedas directrices en la parte delantera. Podían vender 75 unidades del que fue declarado por el libro Guinness de récords – a posteriori - como el automóvil producido en serie más pequeño del mundo. Para la tracción se elegía un motor DKW de moto, de 50 cm y 4,2 CV de potencia, que transmitía su reducida fuerza mediante una cadena encapsulada y una caja de cambios de tres marchas a la rueda trasera. Toda la carrocería descansaba sobre ruedas pequeñas 3,50” x 5” (pulgadas). Para presentar su vehículo la empresa eligió el recorrido de la Tourist Trophy con todas sus peculiaridades, que el pequeño Peel realizaba con éxito, incluido una pendiente bastante pronunciada. Animado por los resultados, Peel intentaba vender sus vehículos anunciando un precio de sólo 150 libras esterlinas, que finalmente se tuvo que subir a 200 libras. Cuando los periodistas realizaron las primeras pruebas, comentaron con guasa que las prestaciones de este singular microcoche dependían mucho del peso del conductor, y de lo que había comido al mediodía, haciendo referencia a que en muchos casos el conductor pesaba más que todo el vehículo.

En 1964 la empresa presentó su segundo modelo, el Trident, ya de dos plazas, y la singularidad de contar con una gran cúpula de plástico, que ofrecía una amplia y casi ilimitada vista hacía fuera, pero que se calentaba sobremanera en días calurosos. Su longitud había crecido hasta los 1,89 metros, y el peso a 90 kg en vacío. La estructura del Trident también es muy simple: una cáscara de plástico por delante, que se levanta junto con su techo de plexiglás para dejar entrar al conductor y su acompañante, y otra cáscara hacía atrás, a la que se acopla el motor de 50 cc y la tracción, todo ello sin bastidor.

Con la intención de exportar su vehículo con mayor énfasis, en 1966 se prepararon algunos modelos con motor inglés de 98 cc y una variomatic en vez de la caja de tres marchas. Para ello se aumentó el tamaño de la rueda trasera de tracción, y se podía alcanzar los 80 km/h; todo ello orientativo, ya que ninguno de los vehículos llevaba un cuentakilómetros, que, según la legislación británica de entonces, no hacía falta para una moto de hasta 100 cc. El Trident fue ofrecido como “más barato que ir de pie”, por su reducido consumo de menos de 2,5 litros de mezcla a 100 kilómetros. En 1966 también se presentó una versión eléctrica de cuatro ruedas, que no tuvo continuidad. Peel terminó su aventura en el campo de los automóviles con un tipo Jeep de reducido tamaño, también hecho de fibra de vidrio, y carrocerías réplicas del Mini, hecha del mismo material.

Dejar renacer estos vehículos tampoco es una idea nueva, ya en los años ochenta se planeaba seriamente el revival de estos singulares microcoches. Y desde entonces hay, a cuentagotas y rigurosamente bajo pedido, replicas a precio de unos 13.500 Euros; ya que conseguir un original es casi imposible. Los 45 supervivientes están en buenas manos, y si un propietario decide finalmente vender una unidad, las pujas en la subasta pueden llegar hasta las 25.000 libras esterlinas.

Actualmente dos entusiastas de estos microcoches se han unido con la idea de dejar revivir los dos vehículos, manteniendo su singular diseño de antaño, pero equipándolos con motores eléctricos para ofrecer un vehículo del futuro. Consideran que estos vehículos podrían tener gran éxito, sobre todo también porque actualmente hay un movimiento cada vez más importante de dejar renacer los pequeños automóviles, sobre todo triciclos, de antaño y prepararlos con motores eléctricos. Gary Hillman y Faizal Khan junto con el empresario James Caan están preparando el renacimiento de los Peel, para lo que ya tienen todo preparado. No es de extrañar que utilicen el Internet para dar a conocer su proyecto.

Tanto el Peel P50 como el Trident llevan actualmente un motor de corriente continua sin escobillas de 2,5 kW, con un par motor de 14,4 Nm, que dan a estos vehículos una velocidad de unos 60 km/h y una autonomía de 30 kilómetros, gracias a sus baterías portátiles de litio-polímero. Sus ventajas son obvias: las cáscaras de fibra de vidrio no oxiden y los motores eléctricos pueden aguantar toda una vida.





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