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Hace 120 años: el primer automóvil alcanza los 100 km/h
29 Marzo 2019

Hace 120 años: el primer automóvil alcanza los 100 km/h

El 29 de abril, el belga Camille Jenatzy se presentó de nuevo en la pista de Achères en Francia para batir el récord de velocidad en su bólido, la "Jamais Contente", un curioso vehículo con silueta de cigarro grande, equipado con dos motores eléctricos de la marca Postal-Vinay en la parte trasera donde atacaron directamente a las ruedas posteriores. Tras controlar varias veces a los cronómetros se anunció el nuevo récord 105,85 km/h - la primera vez que un vehículo sobrepasó los 100 km/h. ¡Y fue un coche eléctrico!

¡Tendremos que celebrarlo! Fue el inicio de los coches eléctricos, uno de sus grandes logros en aquellos años, ya que el coche de gasolina tardó más de tres años en alcanzar esta velocidad.

Como comento en el libro "Los Pioneros", el llamado diablo rojo, el belga Camille Jenatzy, bautizado así por su barba roja, se presentó el uno de abril de 1899 para batir el récord, salió como una flecha en la pista de Achères cerca de París, pero los cronómetros aún no estaban preparados, y nadie sabía a qué velocidad iba. Se rumorea que el controlador se asustó y olvidó de apretar el botón.

Anteriormente el belga se había enfrentado ya varias veces al conde francés Gaston Chasseloup-Laubat, ambos querían ser el hombre más rápido en un automóvil.

En 1895 el francés Charles Jeantaud participó en la carrera Paris-Burdeos-París al volante de su coche eléctrico. Sabía que su automóvil  contaba con una autonomía de unos 60 kilómetros, demasiado poco para completar la jornada obligatoria; por lo tanto organizó depósitos de baterías recargadas cada 40-45 km, donde sus mecánicos podían cambiar las baterías gastadas por otras  frescas en tan solo 10 minutos. Llegó triunfalmente de vuelta a París, una hazaña que no lograron todos los participantes. Tres años más tarde el belga Camille Jenatzy ganó en su coche eléctrico a toda la competencia en la carrera de montaña de Chanteloup, dejando a los coches de gasolina atónitos en ganarles con diez segundos de ventaja. Un mes más tarde el conde Chasseloup-Laubat se laureó como hombre más rápido al alcanzar en su vehículo eléctrico de la marca Jeantaud los 63,158 km/h (kilómetro lanzado). Este acontecimiento controlado por la revista “La France Automobile” tuvo lugar en el parque de Achères, a unos kilómetros al norte de París.

A partir de entonces, el belga Camille Jenatzy y el francés Gaston Chasseloup-Laubat -todos sus automóviles eléctricos fueron modelos Jeantaud especialmente preparados- empezaron a batirse en duelo en carretera, siempre en el mismo lugar y bajo las mismas condiciones, ambos pretendían ser el hombre más rápido del mundo en automóvil. Una vez ganó el Conde en su Jeantaud, otra vez el belga en su propio vehículo, alcanzando velocidades cada vez más elevadas. Pasaron la barrera de los 70 km/h, los 80 km/h… cuando se dieron cuenta que los motores eléctricos llegaban a sus límites, viéndose obligados a buscar otras soluciones para hacer sus automóviles más rápidos. Jeantaud optó por la utilización de planchas de acero más lisas, recubrió los bajos de su vehículo y preparó una carrocería con un frontal cuniforme, acercándose a las ideas de la aerodinámica que se pusieron en moda mucho más tarde. Con un automóvil así preparado el Conde Chasseloup-Laubat alcanzó los 93,724 km/h en marzo de 1899; la batalla parecía ser ganada. Pero Jenatzy envió desde Bélgica el aviso que no se rendía.

Llegaría con un automóvil preparado para llegar al no-va-más de entonces, a rebatir los 100 km/h, una velocidad mágica que nadie recomendaba. Jenatzy se presentó con su “La Jamais Contente” (“nunca satisfecha”), que parecía más bien un cigarro sobre ruedas. Llevaba dos motores de 25kW cada uno en el eje trasero pegados a las ruedas y atacando directamente sin diferencial. Su carrocería era muy redondeada y guardaba una sorpresa: para aligerar su peso ha sido fabricado enteramente de una mezcla de aluminio llamado Partinium, muy costoso, pero muy ligero y hasta aquel entonces nunca utilizado en un automóvil.

Tras este éxito, sorprendido y asustado de la elevada velocidad alcanzada, ambos contrincantes renunciaron oficialmente a continuar con la competición.

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